HALLAR
LA IMPORTANCIA DEL REALISMO EN LA ADQUISICIÓN DEL CONOCIMIENTO
PRESENTADO
A:
FERNANDO
GUEVARA
PRESENTADO
POR
PABLO
EMILIO ACOSTA TORRES
INSTITUCION
EDUCATIVA DEPARTAMENTAL
IPEBI
2013
FOMEQUÉ
CUNDINAMARCA
TITULO: hallar la importancia del realismo
en la adquisición del conocimiento
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA: qué importancia
tiene el realismo en la adquisición del conocimiento hoy en día
PREGUNTA PROBLEMA: cómo ha cambiado el realismo desde tiempos pasados hasta
nuestros días
HIPOTESIS: con la conclusión de este proyecto
espero unos resultados concretos y precisos sobre la importancia del realismo en la adquisición del conocimiento
JUSTIFICACION: esto se hace con el
fin de profundizarnos más acerca del realismo, y dar a entender el
significado a otras personas
OBJETIVO GENERAL: con este proyecto queremos
llegar a una conclusión sobre el
realismo en la adquisición del conocimiento
hoy en día.
OBJETIVOS
ESPECIFICOS:
Dar a conocer
el realismo que existe en todas
las cosas.
Dar a conocer la historia del realismo
en el mundo de hoy.
Profundizar un poco más acerca
de lo que sabemos sobre el
realismo.
ESTADO DEL ARTE:
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
ASIGNATURA:
PEDAGOGÍA: TENDENCIAS ACTUALES
GRANDES PENSADORES CORRIENTE REALISMO
RESUMEN QUE PRESENTA:
JOSE ANTONIO HERNANDEZ CORDOVA
MTRA. ADRIANA FLORES GOMEZ
Villahermosa, TABASCO; MAYO 22 DE 2010
REALISMO
Esta corriente filosófica educativa basado en
pensadores de corriente social, es decir; de la “sociedad-humano”, en este
breve resumen obtendré los puntos significativos de los pensadores de esta
corriente:
ÉMILE DURKHEIM EL PROFESOR DEBE FORMAR
CIUDADANOS CAPACES DE CONTRIBUIR CON LA ARMONÍA SOCIAL.
En
cada alumno hay dos seres inseparables, pero distintos. Uno lo llamó
individual: según él, es formada por los estados mentales de cada persona. El
segundo “el amplió el foco conocido hasta entonces, considerando y estimulando
también lo que concibió como el otro lado de los alumnos, algo formado por un
sistema de ideas que expresan, dentro de las personas, la sociedad de la que
forma parte.
Para
él, la educación es una socialización de la joven generación adulta, y cuando
más eficiente es el proceso, mejor será el desarrollo de la comunidad en que la
escuela esté insertada. (También llanada funcionalismo)El hombre, más que
formador de la sociedad, es un producto de ella.
ÉDOUARD CLAPARÉDE ESTUDIO LA NECESIDAD DEL
FUNCIONAMIENTO DE LA MENTE INFANTIL Y DE ESTIMULAR EL INTERÉS ACTIVO POR EL
CONOCIMIENTO.
Clapa rede dice que la enseñanza necesita basarse en el conocimiento de
los niños tanto como la horticultura se basa en el conocimiento de las plantas.
Creía que la educación debería pasar por una “revolución copernicana” dejando
de tener al profesor como centro para gravitar en torno del alumno”.
Condenaba a la escuela tradicional que
consideraba al alumno como receptáculo de informaciones y defendían la
prioridad de la educación sobre la instrucción. Surgió la noción de que la
actividad, y no la memorización, era el vector del aprendizaje
REALISMO
CIENTÍFICO
LECTURAS
PARA UN SEMINARIO
Investigador: Jaime Ernesto Vargas Mendoza
© 2008. Asociación Oaxaqueña de Psicología
A.C.
Calzada Madero 1304, Centro, Oaxaca de
Juárez, Oaxaca,
México. C.P. 68000
Resulta fácil definir el realismo científico;
no así el Identificar su papel como
Una
doctrina filosófica distintiva. El realismo
científico sostiene que el
conocimiento
sobre fenómenos independientes de
la teoría es el producto de
una
investigación científica exitosa y que tal conocimiento se hace posible, aún
en aquellos
casos en que el fenómeno relevante no se pueda observar
directamente. De acuerdo con el realismo
científico, por ejemplo, si usted
adquiere un buen libro de texto contemporáneo sobre química, tendrá buenas
razones para creer que son verdaderas las
aseveraciones que contiene
sobre la existencia y las propiedades de los
átomos, moléculas, partículas
subatómicas, niveles de energía, mecanismos
de reacción, etc.
. .- Podemos definir el realismo científico
como la concepción de sentido común
de
que, a pesar de reconocer que los métodos científicos son falibles y que
mucho del conocimiento científico es
aproximado, se justifica aceptar los
hallazgos científicos como valiosos.
. Pero, si se trata del sentido común ¿porqué
se le considera una doctrina
filosófica?... la respuesta es que
(aparte del escepticismo acerca del mundo
exterior), se han presentado retos
filosóficos interesantes, en contra del
realismo científico. Las dimensiones del
realismo científico, entendiendo por este una
posición filosófica, se deben
fundamentalmente a las respuestas que
han ofrecido los científicos realistas
ante
estos retos.
HISTORIA
Los cambios
sociales que se produjeron a mediados del siglo XIX dieron lugar a una nueva
corriente literaria, caracterizada por la representación objetiva de la
realidad, llamada Realismo.
El Realismo
tuvo su origen en circunstancias sociales de la 2ª mitad del S. XIX. Su
nacimiento está ligado al ascenso al poder de la burguesía y a la nueva
sociedad urbana que se formó como consecuencia del desarrollo industrial. La
clase media adquirió importancia como fuerza social e impuso sus gustos en
materia literaria, la mayor parte de los lectores pertenecían a esta clase.
El público
estaba interesado por los problemas de la sociedad contemporánea, una sociedad
que proporcionaba las ventajas del progreso, pero también problemas hasta
entonces desconocidos. En este contexto es imprescindible el auge del realismo
como técnica y de la prosa narrativa como modelo que permitía reconstruir la
realidad y dejaba libertad al escritor para elegir temas, personajes y
situaciones. La novela, que gozaba ya por entonces de cierta popularidad, se
convirtió en el género en el que se alcanzaron los mayores logros del Realismo.
El Realismo
coincide con el desarrollo de la sociedad burguesa y los cambios sociales e
ideológicos que se produjeron como consecuencia de la revolución industrial y
comercial llevada a cabo en el S. XIX.
La libertad
política y religiosa, la soberanía popular, el sufragio universal y las
reivindicaciones sociales fueron motores que desde ese momento movilizaron en
toda Europa a las masas de trabajadores y las impulsaron a participar en los
acontecimientos políticos. Doctrinas como el socialismo y el marxismo tuvieron
una rápida aceptación y contribuyeron a crear entre los obreros una viva
conciencia de clase.
La clase
media salió fortalecida de estos cambios. Adquirió poder material, intelectual
y moral, y pasó a desempeñar una función rectora es la sociedad. Pero también
cobro un impulso imparable el movimiento obrero, que prendió con gran fuerza
entre el proletariado urbano, surgido como consecuencia de la revolución
industrial, sometido a condiciones de trabajo infrahumanas y que sobrevivía a
duras penas en las ciudades. Cuando este proletariado adquirió conciencia de
clase entró en pugna con la burguesía, que de ser clase revolucionaria que
lucha contra el Antigua Régimen pasó a ser clase dominante y conservadora.
El Realismo
supuso una ruptura con el Romanticismo, tanto en los aspectos ideológicos como
en lo formales. En ideas, los escritores dejaron de centrarse en sí mismos y
pusieron su interés en la sociedad, observando y describiendo objetivamente los
problemas sociales. En cuanto a la forma, intentaron reflejar fielmente la
realidad, y para ello se valieron de la novela. Y en cuanto a la expresión
prefirieron un estilo más sencillo, sobrio y preciso, en el que adquirió
relevancia la reproducción del habla coloquial, es decir, niveles de lenguaje
según los personajes, especialmente en diálogos.
Realismo en España: marco histórico-político.
A mediados
del S. XIX, la sociedad española permanecía dividida en tres grupos políticos:
Carlistas.
Defensores del Antiguo Régimen y del absolutismo real
Los
moderados o conservadores: transformar a la sociedad pero organizados.
Progresistas
o liberales: defendía el progreso, cambios más fuertes y profundos.
Los
carlistas protagonizaron a lo largo del siglo tres guerras civiles, por su parte
los moderados y los progresistas de fueron alternando en el poder, valiéndose
de sucesivos golpes de estado llevados a cabo por el estamento militar.
Además hubo
numerosas revueltas populares y revueltas:
1868- La
Gloriosa: acabaron con la monarquía de Isabel II. Se implantó la 1ª República.
Restauración
de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII. Se abría así el largo
período que se conoce como Restauración, en el que liberales y conservadores se
alternaron pacíficamente en el poder, lo cual procuró estabilidad política,
permitió el desarrollo económico y favoreció la formación de las clases medias
en las ciudades.
Etapas del
Realismo.
Prerrafaelismo: hacia 1850.
Las novelas prerrafaelistas
suelen estar escritas con un propósito moral. La novela se convierte así en un
instrumento para defender ideas políticas y morales.
Los autores prerrafaelistas
pretendieron describir la realidad tal como era, pero la objetividad que
lograron fue limitada.
Los
escritores más destacados son: -Cecilia Böhl de Faber, más conocida como Fernán
Caballero, autora de La Gaviota y La
familia de Alvareda. -Pedro Antonio de Alarcón, autor de El sombrero de tres picos.
Realismo: hacia 1868.
Los
escritores realistas emprendieron la tarea de escribir la realidad distanciándose
de ella y permitiendo que los personajes hablaran por sí mismos, totalización
de la realidad.
Las
descripciones ganan en riqueza y precisión.
Los autores
más conocidos son: -Benito Pérez Galdós. -Juan Valera. -José María de Pereda.
-Leopoldo, alas Clarín.
Naturalismo: hacia 1880, en Francia empezó antes
por Zola. Tiene rasgos de Realismo, pero además presenta unas características
propias:
El autor
desaparece prácticamente de la narración.
El
determinismo: el hombre viene marcado, está condicionado por: a) La herencia
genética. b) Medio en el que vive.
Descripción
de los aspectos más sórdidos, desagradables, miserables e la sociedad.
Preferencia
por presentar y personajes con vicios, defectos físicos o psíquicos.
Búsqueda de
la verdad
En España el
naturismo no se da plenamente. No se admitió.....
Autores:
Galdós, Clarín, Emilia Pardo Bazán, autora de Los
Pazos de Ulloa y La madre Naturaleza.
AUTORES Y
OBRAS DEL REALISMO.
JUAN VALERA:
Es uno de
los autores más valorados del realismo. Se considera un realista puro, se
resistió al Naturismo.
Autor de Pepita Jiménez, cuyo tema es la pasión
amorosa. Para dotar de verosimilitud su novela, el autor utiliza el recurso de
afirmar que es la transcripción de unos papeles antiguos que encontró
casualmente.
Destaca la
profundidad de los retratos psicológicos y el fino humorismo.
Novelas
cargadas de ironía, se detiene en el estudio la psicología y los estados de
ánimo de los personajes, más que en la descripción de los ambientes y lugares.
LEOPOLDO ALAS ,CLARIN
Firmó
siempre sus escritos con el seudónimo Clarín.
Se afincó en
Oviedo, Asturias y Oviedo será decisivo en su vida y en su obra.
Durante años
mantuvo una intensa actividad periodística, escribiendo artículos literarios,
políticos y de pensamiento filosófico y religioso. Educado en un ambiente que
fomentaba la tolerancia y el ideal de libertad, estuvo muy interesado por los
problemas sociopolíticos de su época y criticó la intolerancia de los sectores
más tradicionales de la sociedad.
Sus primeras
obras fueron cuentos, es decir, relatos cortos, como ¡Adiós cordera!,
considerado por muchos críticos como el mejor cuento del S. XIX.
Otra obra es
la Regenta, transcurre en Vetusta, nombre ficticio tras el que se esconde la
ciudad de Oviedo. La obra se centra en la historia de Ana Ozores, La Regenta,
una joven bella y sensible casada con un hombre mucho mayor que ella. Ésta se
debate entre los impulsos del espíritu y los de su sensualidad, y acaba ahogada
por el ambiente mezquino de la ciudad, en la que también dominan dos fuerzas
igualmente perniciosas: el clero, poderoso e intransigente, y la alta
burguesía, formada por una nobleza ociosa y superficial y por nuevos ricos,
ignorantes y zafios.
Clarín
utilizó los recursos estilísticos del Realismo y del Naturismo. Sus
descripciones eran muy cuidadas y usaba procedimientos narrativos modernos como
son el monólogo interior, mediante el cual el personaje expresa de forma
espontánea y desordenada sus pensamientos, y el estilo indirecto libre, que
consiste en mezclar el discurso del narrador con los pensamientos del
personaje, sin diferenciar uno y otros..
Benito Pérez
Galdós nació en las Palmas de Gran Canaria, luego se instaló en Madrid que le
suministro personajes, asuntos y paisajes para sus novelas.
En la
novelística de Galdós se pueden distinguir tres etapas: la que se ha dado a
llamar primera manera realista, la del realismo naturalista y la del realismo
espiritual y simbolista.
La primera
manera realista: 1868-1880
Destacan: Doña Perfecta y Marianela.
Las novelas
de esta época son novelas de tesis, en las que la acción está al servicio de
las ideas que se quieren defender.
Las novelas
del realismo naturalista: 1880-1890
Conjunto de
novelas en las que se traza un retrato de la sociedad de su tiempo.
Destaca: La desheredada, cuya acción se enmarca
en Madrid y Fortunata y Jacinta,
en esta novela destaca la descripción psicológica de los personajes, el tema es
amoroso.
Las novelas
del realismo espiritual y simbolista. Se acentúa el idealismo de los personajes
y pierde importancia la descripción de la realidad.
Destaca Misericordia, inquietud religiosa y
problemas éticos y morales.
El arte
novelístico de Galdós.
Para Galdós,
la novela debía tomar su materia de la sociedad coetánea.
Usa
procedimientos de reproducción de la lengua hablada y el humorismo. Éste
reproduce la lengua hablada en toda su variedad de registro. En cuanto al
humorismo adoptó de forma sutil la ironía.
Este movimiento literario aparece en la segunda mitad del siglo XIX, como
consecuencia de las circunstancias sociales de la época: la consolidación de la
burguesía como clase dominante, la industrialización, el crecimiento urbano y
la aparición del proletariado.
EL REALISMO LITERARIO
Siglo XIX
Se inicio en Europa, luego del Romanticismo,
y subrayo la
Objetividad; es así que los escritores se
dedicaron a una
Observación minuciosa del ser humano y su
Comportamiento.
Se
produce un crecimiento demográfico, económico, industrial, técnico, comercial y
urbano en Europa. Las tensiones sociales afianzan, el poder de la burguesía, la
aparición de gobiernos autoritarios conservadores y la organización de la clase
obrera conforme a los ideales marxistas.
En
el pensamiento de la época, se produce una reacción contra el idealismo y un
mayor interés por los problemas sociales. Se desarrollan las ciencias
experimentales, el evolucionismo, las teorías de la herencia. Surge la
filosofía marxista en contraposición al liberalismo y el idealismo.
En literatura,
el novelista pretende una observación directa y rigurosa de la realidad. Las
teorías de la evolución serán la base del Naturalismo.
Esencial para la actitud realista fue una nueva y ampliada noción de
la historia. Además, las nuevas
ideas democráticas estimularon un enfoque histórico más amplio. En un escenario
hasta entonces reservado exclusivamente para reyes, nobles, diplomáticos y
héroes, empezó a aparecer gente corriente (comerciantes, trabajadores,
campesinos, etc.) desempeñando sus labores cotidianas. Corbeta dijo de la
pintura que "es un arte esencialmente concreto y sólo puede consistir en la
presentación de cosas reales y existentes". Los críticos no querían que
los artistas dejasen de pintar basándose en temas de la historia romana y
griega, sino que insistían en escenas de la vida cotidiana de Grecia y Roma, escrupulosamente cuidadosas en cuanto a
vestimenta y ambientación.
Si la pintura de los temas históricos se había degradado o, por el
contrario, enriquecido debido al nuevo concepto de historia, es cuestión
abierta a la polémica, pero lo que no puede negarse es que hacia mediados del
siglo XIX se había alterado irrevocablemente. Y, ciertamente, algunos pintores
académicos se vieron afectados por él no menos que sus oponentes, los
realistas.
AUTORES : El idealismo (v.) alemán del primer tercio del s. XIX, que en Hegel
(v.) alcanza su formulación más vigorosa y extrema, condiciona de tal modo el
desarrollo posterior de la filosofía y del pensamiento en esa centuria, que
casi podría dividirse en dos grandes sectores: el de los que continúan, con
variadas matizaciones, la línea idealista, y el de quienes reaccionan frente a
ella, subrayando la primacía de la realidad objetiva frente al yo, o marcando
el acento en las dimensiones no racionales del hombre. Sin que, por lo demás,
pueda minusvalorarse el hecho de que en toda teoría auténticamente
irracionalista (v. IRRACIONALISMO) está, más o menos explícita, la afirmación
de una realidad trascendente al sujeto cognoscitivo.
1. El tradicionalismo filosófico, quizá por su vinculación con el político, es la primera reacción en el tiempo contra el racionalismo idealista (v. TRADICIONALISMO). Los pensadores tradicionalistas no sólo niegan a la razón su supuesta condición de prius absoluto, sino también, en mayor o menor grado, la capacidad para alcanzar la verdad por sus solas fuerzas. En su combate contra el racionalismo, frecuentemente no parecen conocer más concepciones de la razón (v.) que la racionalista. De Maistre (v.) subraya el carácter paradójico del universo y de la historia humana, en la medida en que la paradoja parece presentarse como escándalo para la razón; y por el mismo motivo, insiste en detalles a veces irritantes dentro de una visión algo pesimista del mundo. Bonald (v.) acusa a los filósofos del s. XVIII de reemplazar «las realidades por abstracciones» (Teoría del poder..., 1,4,5), pero sentencia además que «para todo conocimiento, incluso profano, la fe precede a la razón para formarla, y la razón sigue a la fe para afirmarla» (La legislación primitiva, 11,20). La Mennais (v.), finalmente, tras afirmar que «el primer acto de la razón es necesariamente un acto de fe» (Ensayo sobre la indiferencia en materia de religión, II,15), niega otras verdades que las fundadas en una revelación primitiva, transmitidas por tradición, y confirmadas y perfiladas por la Revelación cristiana, cuya depositaria es la Iglesia católica. De ahí que, a propósito del tradicionalismo, sólo puede hablarse de r. en la medida en que éste se entienda como aceptación de una realidad trascendente al espíritu humano, pero no del todo si se le concibe como expresión de la dependencia de la razón respecto del mundo sensible y/o del mundo ideal (v. t. FIDEÍSMO).
Sincero admirador de Joseph de Maistre y crítico de Bonald, Maine de Biran (1766-1824), que parte del yo, como Descartes (v.), acusa a éste de un doble error: a) de haber concebido el yo separado del cuerpo; b) de haber pasado inmediatamente del yo pensante al yo existente absoluto, que ni siquiera es pensable, según él. Desde ese punto de partida, no puede decirse que haya intuición de lo absoluto, experiencia de lo en-sí, pero es cierto que la experiencia permanecería inexplicable -y, por tanto, carecería de sentido-, si no estuviera respaldada por lo absoluto. Por ello, tras los fenómenos está lo real, y tras el yo fenoménico el yo nouménico: al percibir interiormente la causalidad del yo, aprehendemos inmediatamente el ser, la fuerza y la sustancia del alma. La metafísica, pues, o ciencia de los principios, tendrá por objeto propio «el gran problema de la existencia». «La concebimos necesariamente (la sustancia) -escribirá en su Diario el 8 mayo 1816- como anterior a todo, no en nuestro espíritu o en el orden de nuestras ideas, sino fuera de nuestro espíritu y en el orden de las realidades independientes absolutas». Podría definirse, por tanto, el pensamiento de Maine de Biran como un r. mediato, por cuanto nunca renuncia al yo como punto de partida, como dato inicial, sino que en el yo, y a través fundamentalmente de la creencia, encuentra la necesidad de afirmar la sustancia (causa de los fenómenos) como realidad trascendente al conocimiento humano.
2. No muy alejado del tradicionalismo en sus motivaciones, el ontologismo (v.), sobre todo en la formulación de Gioberti (v.), se vincula a las doctrinas de la escuela escocesa del sentido común (v. SENSISMO II): el objeto del conocimiento, tanto en el plano sensible como en el inteligible, es trascendente al espíritu humano, que, en cuanto razón, tiene por objeto la Idea, esto es, Dios mismo (cfr. Introducciones hallo estudio dela filosofía, II, Milán 1941, 106). Tanto Gioberti como Rosmini (v.) subrayan la primacía del ser sobre el conocimiento, y, en su esfuerzo por destacar la dualidad entre objeto y sujeto del conocimiento intelectual, apuntan a Dios, a través de la idea del ser universal, objeto de intuición inmediata, anterior a cualquiera otra noción y a todo juicio, inclinándose o abocando, según las diversas formulaciones ontologistas, hacia un panteísmo (v.) más o menos expreso.
3. Johann Friedrich Herbart (v.; 1776-1841), discípulo de Fichte, representa una actitud peculiar, decididamente opuesta a las formulaciones idealistas. La filosofía consiste, para él, en la elaboración de los conceptos, por lo que las diversas partes de aquélla surgen de los principales modos de tal elaboración. Los conceptos empíricos presentan lagunas y contradicciones, pero nos obligan a admitir entes reales, ajenos a nosotros, de los que ciertamente ignoramos su íntima esencia, pero de los que podemos afirmar que difieren esencialmente entre sí. Herbart representa ya con nitidez el tránsito del idealismo al realismo. Bernhard Bolzano (v.; 1781-1848) prepara también este tránsito con su valoración de lo «en sí», con su defensa rigurosa de la objetividad del conocimiento y con su afirmación de la capacidad racional humana para alcanzar las realidades trascendentes al pensamiento. Pero en general estos autores no acaban de superar el peculiar racionalismo positivista.
1. El tradicionalismo filosófico, quizá por su vinculación con el político, es la primera reacción en el tiempo contra el racionalismo idealista (v. TRADICIONALISMO). Los pensadores tradicionalistas no sólo niegan a la razón su supuesta condición de prius absoluto, sino también, en mayor o menor grado, la capacidad para alcanzar la verdad por sus solas fuerzas. En su combate contra el racionalismo, frecuentemente no parecen conocer más concepciones de la razón (v.) que la racionalista. De Maistre (v.) subraya el carácter paradójico del universo y de la historia humana, en la medida en que la paradoja parece presentarse como escándalo para la razón; y por el mismo motivo, insiste en detalles a veces irritantes dentro de una visión algo pesimista del mundo. Bonald (v.) acusa a los filósofos del s. XVIII de reemplazar «las realidades por abstracciones» (Teoría del poder..., 1,4,5), pero sentencia además que «para todo conocimiento, incluso profano, la fe precede a la razón para formarla, y la razón sigue a la fe para afirmarla» (La legislación primitiva, 11,20). La Mennais (v.), finalmente, tras afirmar que «el primer acto de la razón es necesariamente un acto de fe» (Ensayo sobre la indiferencia en materia de religión, II,15), niega otras verdades que las fundadas en una revelación primitiva, transmitidas por tradición, y confirmadas y perfiladas por la Revelación cristiana, cuya depositaria es la Iglesia católica. De ahí que, a propósito del tradicionalismo, sólo puede hablarse de r. en la medida en que éste se entienda como aceptación de una realidad trascendente al espíritu humano, pero no del todo si se le concibe como expresión de la dependencia de la razón respecto del mundo sensible y/o del mundo ideal (v. t. FIDEÍSMO).
Sincero admirador de Joseph de Maistre y crítico de Bonald, Maine de Biran (1766-1824), que parte del yo, como Descartes (v.), acusa a éste de un doble error: a) de haber concebido el yo separado del cuerpo; b) de haber pasado inmediatamente del yo pensante al yo existente absoluto, que ni siquiera es pensable, según él. Desde ese punto de partida, no puede decirse que haya intuición de lo absoluto, experiencia de lo en-sí, pero es cierto que la experiencia permanecería inexplicable -y, por tanto, carecería de sentido-, si no estuviera respaldada por lo absoluto. Por ello, tras los fenómenos está lo real, y tras el yo fenoménico el yo nouménico: al percibir interiormente la causalidad del yo, aprehendemos inmediatamente el ser, la fuerza y la sustancia del alma. La metafísica, pues, o ciencia de los principios, tendrá por objeto propio «el gran problema de la existencia». «La concebimos necesariamente (la sustancia) -escribirá en su Diario el 8 mayo 1816- como anterior a todo, no en nuestro espíritu o en el orden de nuestras ideas, sino fuera de nuestro espíritu y en el orden de las realidades independientes absolutas». Podría definirse, por tanto, el pensamiento de Maine de Biran como un r. mediato, por cuanto nunca renuncia al yo como punto de partida, como dato inicial, sino que en el yo, y a través fundamentalmente de la creencia, encuentra la necesidad de afirmar la sustancia (causa de los fenómenos) como realidad trascendente al conocimiento humano.
2. No muy alejado del tradicionalismo en sus motivaciones, el ontologismo (v.), sobre todo en la formulación de Gioberti (v.), se vincula a las doctrinas de la escuela escocesa del sentido común (v. SENSISMO II): el objeto del conocimiento, tanto en el plano sensible como en el inteligible, es trascendente al espíritu humano, que, en cuanto razón, tiene por objeto la Idea, esto es, Dios mismo (cfr. Introducciones hallo estudio dela filosofía, II, Milán 1941, 106). Tanto Gioberti como Rosmini (v.) subrayan la primacía del ser sobre el conocimiento, y, en su esfuerzo por destacar la dualidad entre objeto y sujeto del conocimiento intelectual, apuntan a Dios, a través de la idea del ser universal, objeto de intuición inmediata, anterior a cualquiera otra noción y a todo juicio, inclinándose o abocando, según las diversas formulaciones ontologistas, hacia un panteísmo (v.) más o menos expreso.
3. Johann Friedrich Herbart (v.; 1776-1841), discípulo de Fichte, representa una actitud peculiar, decididamente opuesta a las formulaciones idealistas. La filosofía consiste, para él, en la elaboración de los conceptos, por lo que las diversas partes de aquélla surgen de los principales modos de tal elaboración. Los conceptos empíricos presentan lagunas y contradicciones, pero nos obligan a admitir entes reales, ajenos a nosotros, de los que ciertamente ignoramos su íntima esencia, pero de los que podemos afirmar que difieren esencialmente entre sí. Herbart representa ya con nitidez el tránsito del idealismo al realismo. Bernhard Bolzano (v.; 1781-1848) prepara también este tránsito con su valoración de lo «en sí», con su defensa rigurosa de la objetividad del conocimiento y con su afirmación de la capacidad racional humana para alcanzar las realidades trascendentes al pensamiento. Pero en general estos autores no acaban de superar el peculiar racionalismo positivista.
4. La izquierda hegeliana desemboca en un
materialismo, de corte sensista, por obra y gracia de Feuerbach (v.). El
pensamiento de éste se desarrolla en forma polémica contra el teologismo de
Hegel (v. HEGELIANOS). La filosofía no parte de la Idea o Dios, sino de lo dado
en la sensibilidad. La intuición sensible es el principio de la vida; en ella,
el yo es determinado por el objeto, por la realidad material. Aunque Marx (v.)
reafirma, contra Feuerbach, la unidad hegeliana de lo racional con lo real,
mantiene una cierta primacía de lo real (entendido sólo como lo material) sobre
lo racional: «No es la conciencia lo que determina la vida; es la vida la que
determina la conciencia» (Oeuvres philosophiques, VI, París s. a., 158). «La
ciencia tiene que tener necesariamente un punto de partida en la naturaleza»
(ib, 121). Tanto el materialismo sensista de Feuerbach como el materialismo
dialéctico de Marx y Engels conservan el idealismo, pero en la relación
hombre-naturaleza, a pesar de los esfuerzos por establecer un mutuo
condicionamiento, de alguna manera la primacía acaba recayendo en la
naturaleza, en la realidad sensible. Por ello se autocalifican de realistas,
pero su r. es un simple materialismo, opuesto al espiritualismo o panteísmo
hegeliano, pero siempre dentro del común racionalismo.
5. También el positivismo (v.) constituye una manifestación peculiar de racionalismo que se presenta como r. Auguste Comte (v.) caracteriza el estado positivo o científico -al que necesariamente tiende cada una de las ramas del saber- por la subordinación de la imaginación a la observación, así como por el alejamiento tanto del empirismo como del misticismo. «En el estado positivo, el espíritu humano, que reconoce la imposibilidad de obtener nociones absolutas, renuncia a buscar el origen y destino del universo, y a conocer las causas íntimas de los fenómenos para aplicarse únicamente a descubrir, por el uso bien combinado del razonamiento y de la observación, sus leyes efectivas, es decir, sus relaciones invariables de sucesión y de semejanza» (Curso de filosofía positiva, I,1). En el estado positivo no cabe, pues, según Comte, teoría alguna explicativa de la realidad (v.) que intente trascender el plano fenoménico, pero se rehúye también toda erudición acumulativa de meros datos; se precisa descubrir las leyes que rigen las relaciones constantes entre los fenómenos observados. El saber positivo, por tanto, es un saber real (referido a las cosas), útil, cierto, preciso y constatable (aunque Comte no se da cuenta que no es ni único, ni definitivo); esto es, se trata de un saber que versa sobre lo real en cuanto objetivo, observable y verificable. Hay, pues, para Comte una realidad trascendente a la conciencia, pero esa realidad es meramente fenoménica.
6. El existencialismo (v.) de Kierkegaard (v.) centra su preocupación en el problema de la persona. Pero, justamente porque lo hace en polémica con el pensamiento hegeliano, el pensador danés afirma que la percepción y el conocimiento inmediato son verdaderos. Ahora bien, este conocimiento es sólo válido en la medida en que se atiene a su propio objeto, concreto, existente: «La existencia 'corresponde a la realidad singular, al ente (como ya lo enseñó Aristóteles); se mantiene aparte y de ninguna manera coincide con el concepto» (Diario íntimo, Buenos Aires 1955, 313). Kierkegaard subraya además la vigencia del principio de contradicción en la naturaleza, contra toda metafísica de la identidad.
7. El historicismo (v.) de Dilthey (v.) trata inicialmente de elaborar una «crítica de la razón histórica», relativa a las ciencias del espíritu, y por ello contrapuesta a la Crítica de la razón pura de Kant (v.). Las ciencias de la naturaleza no alcanzan su objeto sino desde el exterior; pero la realidad histórico-social puede ser comprendida desde dentro, porque puede ser vivenciada. Por ello, en la medida en que el positivismo ha fijado los hechos o fenómenos desde la perspectiva de las ciencias naturales, ha dado una pobre imagen de la experiencia humana. «La idea fundamental de mi filosofía es que hasta ahora no se ha puesto nunca todavía como base al filosofar la experiencia total, plena, sin mutilar, y, por tanto, jamás la realidad total y plena» (Idea fundamental de mi filosofía, en C. Fernández, Los filósofos modernos. Selección de textos, II, Madrid 1970, 250). Una correcta concepción filosófica exige abordar la realidad entera, que, como tal, se da en la experiencia humana, y que incluye hasta la religión, la metafísica y lo absoluto(cfr. ib., 251). Dilthey trata de superar en gran medida el positivismo y el idealismo, y de corregir al uno con el otro, pero no lo consigue del todo; p. ej., es patente en él la eliminación de la metafísica como ciencia, y la interpretación de las ciencias naturales y las del espíritu como conocimientos sólo positivos, que tratan de los fenómenos pero no del ser; por otra parte tampoco es cierto que hasta él nunca se haya tomado como base del filosofar la experiencia y la realidad plenas y totales (v. REALIDAD).
8. Especial relieve por su defensa del r. merecen los filósofos neo escolásticos (v.). El renacimiento escolástico del s. XIX parte en gran medida de una actitud reactiva frente al racionalismo e idealismo modernos, aunque no de forma idéntica en todos sus representantes; también hay una continuación de la filosofía y metafísica realistas logradas en la síntesis de S. Tomás, pero esto sobre todo ya en el s. XX. Las oportunas condenas por la Jerarquía eclesiástica del fideísmo, tradicionalismo y ontologismo ayudaron a abrir camino a la neo escolástica, que fue respaldada luego por la Santa Sede, y que adquiere plena profundidad, vigor y diversificación en el s. XX, en el que se recuperan decididamente los hallazgos de S. Tomás (v. NEOTOMISMO; y 11, 9). Jaime Balmes (v.) mantiene un cierto eclecticismo, en medio de un duro combate contra el racionalismo, el sensismo y el escepticismo. «En el orden intelectual humano, tal como es en esta vida, no existe ningún principio que sea fuente de todas las verdades, porque no hay ninguna verdad que las encierre todas» (Filosofía fundamental, 1,1, cap. 6,65). El campo de la verdad tiene dos dimensiones: las verdades reales y las verdades ideales. «A las verdades reales corresponde el mundo real, el mundo de las existencias; a las ideales, el mundo lógico, el de la posibilidad» (ib.). Ni unas ni otras son suficientes por sí mismas: «De la unión de unas con otras resulta la luz» (ib., 1,14,141). Ahora bien, los criterios de verdad son tres: conciencia o sentido íntimo, evidencia e instinto intelectual o sentido común. La primera atestigua nuestras propias vivencias y tiene por objeto lo individual y contingente; la segunda nos da a conocer las verdades necesarias; el tercero es «ese impulso que nos lleva a la certeza en muchos casos, sin que medien el testimonio de la conciencia ni el de la evidencia» (ib. 1,15,155). «Ese instinto abraza muchísimos objetos de orden muy diferente; es, por decirlo así, la guía y el escudo de la razón; la guía, porque la precede y le indica el camino verdadero, antes de que comience a andar; el escudo, porque le pone a cubierto de sus propias cavilaciones, haciendo enmudecer el sofisma en presencia del sentido común» (ib., 156). Finalmente, Balmes sostiene que la voz de la naturaleza, a la que nos es imposible resistir, hace que, para la humanidad, «la existencia de un mundo real, distinto de nosotros y en continua comunicación con nosotros, esté al abrigo de toda duda. La naturaleza es antes que la filosofía» (ib., II,4,24).
En línea con Balmes se presenta Salvatore Tongiorgi (1820-65), para el cual hay tres verdades primeras y fundamentales: a) el primer dato, que es la propia existencia; b) el primer principio, que es el de no-contradicción; c) la primera condición, o sea, la apertura de la razón a la verdad. La percepción del propio cuerpo es también un dato primario, anterior a toda sensación externa. Zigliara, Liberatore, Urráburu, el card. Ceferino González (v.) y otros mantienen posiciones más realistas en línea con S. Tomás o con la escolástica medieval y renacentista, dentro, pues, del r. inmediato, prolongado y perfeccionado por el análisis filosófico y científico. El card. Mercier (v.), por el contrario, cuya obra filosófica está publicada básicamente en los últimos 20 años del s. XIX, representa un notable cambio de planteamiento en el ámbito neoescolástico. Para él, en efecto, el dato inicial de la Criteriología es la presencia en la mente del objeto inteligible, el dato de conciencia, abstracción hecha de si es o no expresión de una cosa en sí. Esta representación está en la base del juicio, al cual corresponde la expresión de la verdad. Es función de la Criteriología la solución de estos dos problemas fundamentales: el de la objetividad del juicio cierto, y el de la realidad objetiva de los términos del juicio. Para llevar a feliz término el desarrollo de ambos problemas, Mercier muestra la validez objetiva, aunque ideal, de los principios de identidad y de causalidad, y, apoyado en ellos, justifica la existencia de la cosa en sí, en cuanto trascendente al espíritu humano. Esta línea, llamada r. crítico, es la seguida por la escuela de Lovaina (v. 1, 2).
5. También el positivismo (v.) constituye una manifestación peculiar de racionalismo que se presenta como r. Auguste Comte (v.) caracteriza el estado positivo o científico -al que necesariamente tiende cada una de las ramas del saber- por la subordinación de la imaginación a la observación, así como por el alejamiento tanto del empirismo como del misticismo. «En el estado positivo, el espíritu humano, que reconoce la imposibilidad de obtener nociones absolutas, renuncia a buscar el origen y destino del universo, y a conocer las causas íntimas de los fenómenos para aplicarse únicamente a descubrir, por el uso bien combinado del razonamiento y de la observación, sus leyes efectivas, es decir, sus relaciones invariables de sucesión y de semejanza» (Curso de filosofía positiva, I,1). En el estado positivo no cabe, pues, según Comte, teoría alguna explicativa de la realidad (v.) que intente trascender el plano fenoménico, pero se rehúye también toda erudición acumulativa de meros datos; se precisa descubrir las leyes que rigen las relaciones constantes entre los fenómenos observados. El saber positivo, por tanto, es un saber real (referido a las cosas), útil, cierto, preciso y constatable (aunque Comte no se da cuenta que no es ni único, ni definitivo); esto es, se trata de un saber que versa sobre lo real en cuanto objetivo, observable y verificable. Hay, pues, para Comte una realidad trascendente a la conciencia, pero esa realidad es meramente fenoménica.
6. El existencialismo (v.) de Kierkegaard (v.) centra su preocupación en el problema de la persona. Pero, justamente porque lo hace en polémica con el pensamiento hegeliano, el pensador danés afirma que la percepción y el conocimiento inmediato son verdaderos. Ahora bien, este conocimiento es sólo válido en la medida en que se atiene a su propio objeto, concreto, existente: «La existencia 'corresponde a la realidad singular, al ente (como ya lo enseñó Aristóteles); se mantiene aparte y de ninguna manera coincide con el concepto» (Diario íntimo, Buenos Aires 1955, 313). Kierkegaard subraya además la vigencia del principio de contradicción en la naturaleza, contra toda metafísica de la identidad.
7. El historicismo (v.) de Dilthey (v.) trata inicialmente de elaborar una «crítica de la razón histórica», relativa a las ciencias del espíritu, y por ello contrapuesta a la Crítica de la razón pura de Kant (v.). Las ciencias de la naturaleza no alcanzan su objeto sino desde el exterior; pero la realidad histórico-social puede ser comprendida desde dentro, porque puede ser vivenciada. Por ello, en la medida en que el positivismo ha fijado los hechos o fenómenos desde la perspectiva de las ciencias naturales, ha dado una pobre imagen de la experiencia humana. «La idea fundamental de mi filosofía es que hasta ahora no se ha puesto nunca todavía como base al filosofar la experiencia total, plena, sin mutilar, y, por tanto, jamás la realidad total y plena» (Idea fundamental de mi filosofía, en C. Fernández, Los filósofos modernos. Selección de textos, II, Madrid 1970, 250). Una correcta concepción filosófica exige abordar la realidad entera, que, como tal, se da en la experiencia humana, y que incluye hasta la religión, la metafísica y lo absoluto(cfr. ib., 251). Dilthey trata de superar en gran medida el positivismo y el idealismo, y de corregir al uno con el otro, pero no lo consigue del todo; p. ej., es patente en él la eliminación de la metafísica como ciencia, y la interpretación de las ciencias naturales y las del espíritu como conocimientos sólo positivos, que tratan de los fenómenos pero no del ser; por otra parte tampoco es cierto que hasta él nunca se haya tomado como base del filosofar la experiencia y la realidad plenas y totales (v. REALIDAD).
8. Especial relieve por su defensa del r. merecen los filósofos neo escolásticos (v.). El renacimiento escolástico del s. XIX parte en gran medida de una actitud reactiva frente al racionalismo e idealismo modernos, aunque no de forma idéntica en todos sus representantes; también hay una continuación de la filosofía y metafísica realistas logradas en la síntesis de S. Tomás, pero esto sobre todo ya en el s. XX. Las oportunas condenas por la Jerarquía eclesiástica del fideísmo, tradicionalismo y ontologismo ayudaron a abrir camino a la neo escolástica, que fue respaldada luego por la Santa Sede, y que adquiere plena profundidad, vigor y diversificación en el s. XX, en el que se recuperan decididamente los hallazgos de S. Tomás (v. NEOTOMISMO; y 11, 9). Jaime Balmes (v.) mantiene un cierto eclecticismo, en medio de un duro combate contra el racionalismo, el sensismo y el escepticismo. «En el orden intelectual humano, tal como es en esta vida, no existe ningún principio que sea fuente de todas las verdades, porque no hay ninguna verdad que las encierre todas» (Filosofía fundamental, 1,1, cap. 6,65). El campo de la verdad tiene dos dimensiones: las verdades reales y las verdades ideales. «A las verdades reales corresponde el mundo real, el mundo de las existencias; a las ideales, el mundo lógico, el de la posibilidad» (ib.). Ni unas ni otras son suficientes por sí mismas: «De la unión de unas con otras resulta la luz» (ib., 1,14,141). Ahora bien, los criterios de verdad son tres: conciencia o sentido íntimo, evidencia e instinto intelectual o sentido común. La primera atestigua nuestras propias vivencias y tiene por objeto lo individual y contingente; la segunda nos da a conocer las verdades necesarias; el tercero es «ese impulso que nos lleva a la certeza en muchos casos, sin que medien el testimonio de la conciencia ni el de la evidencia» (ib. 1,15,155). «Ese instinto abraza muchísimos objetos de orden muy diferente; es, por decirlo así, la guía y el escudo de la razón; la guía, porque la precede y le indica el camino verdadero, antes de que comience a andar; el escudo, porque le pone a cubierto de sus propias cavilaciones, haciendo enmudecer el sofisma en presencia del sentido común» (ib., 156). Finalmente, Balmes sostiene que la voz de la naturaleza, a la que nos es imposible resistir, hace que, para la humanidad, «la existencia de un mundo real, distinto de nosotros y en continua comunicación con nosotros, esté al abrigo de toda duda. La naturaleza es antes que la filosofía» (ib., II,4,24).
En línea con Balmes se presenta Salvatore Tongiorgi (1820-65), para el cual hay tres verdades primeras y fundamentales: a) el primer dato, que es la propia existencia; b) el primer principio, que es el de no-contradicción; c) la primera condición, o sea, la apertura de la razón a la verdad. La percepción del propio cuerpo es también un dato primario, anterior a toda sensación externa. Zigliara, Liberatore, Urráburu, el card. Ceferino González (v.) y otros mantienen posiciones más realistas en línea con S. Tomás o con la escolástica medieval y renacentista, dentro, pues, del r. inmediato, prolongado y perfeccionado por el análisis filosófico y científico. El card. Mercier (v.), por el contrario, cuya obra filosófica está publicada básicamente en los últimos 20 años del s. XIX, representa un notable cambio de planteamiento en el ámbito neoescolástico. Para él, en efecto, el dato inicial de la Criteriología es la presencia en la mente del objeto inteligible, el dato de conciencia, abstracción hecha de si es o no expresión de una cosa en sí. Esta representación está en la base del juicio, al cual corresponde la expresión de la verdad. Es función de la Criteriología la solución de estos dos problemas fundamentales: el de la objetividad del juicio cierto, y el de la realidad objetiva de los términos del juicio. Para llevar a feliz término el desarrollo de ambos problemas, Mercier muestra la validez objetiva, aunque ideal, de los principios de identidad y de causalidad, y, apoyado en ellos, justifica la existencia de la cosa en sí, en cuanto trascendente al espíritu humano. Esta línea, llamada r. crítico, es la seguida por la escuela de Lovaina (v. 1, 2).
Valverde, José María
Valencia de Alcántara (Cáceres),1926- Barcelona, 1996
Poeta, ensayista y
profesor español. Cursó la carrera de letras en Madrid y enseñó lengua y
literatura españolas en la Universidad de Roma (1950-1955). En 1955 obtuvo la
cátedra de estética de la Universidad de Barcelona, que desempeñó hasta 1965,
año en que renunció voluntariamente a ella por solidaridad con José Luis L.
Aranguren y los otros catedráticos madrileños sancionados por el régimen
franquista. Pasó entonces a enseñar literatura española en diferentes
universidades de los Estados Unidos y del Canadá. En 1975 fue reintegrado a su
cátedra de Barcelona. A los 19 años se dio a conocer como poeta con Hombre de
Dios, libro que él mismo ha calificado de «clamor adolescente». En los
publicados con posterioridad, La espera (1949), Versos del domingo (1954),
Voces y acompañamientos para San Mateo (1959), La conquista de este mundo
(1960), Años inciertos (1971), incluido en la recopilación Enseñanzas de la
edad (Poesía 1945-1970), y Ser de palabra, y otros poemas (1976), abandona el
tono solemne y se impone, como si dijéramos, el deber de partir de situaciones
realistas, de renunciar, como medida ascética, a la búsqueda sistemática de la
maravilla: «Vienes primero tú, y después tu belleza / te sigue...», a la vez
que ahonda en la problemática del hombre y de la vida. Como ensayista literario
y filosófico publicó: Estudios sobre la palabra poética (1952), Guillermo
Humboldt y la filosofía del lenguaje (1955, su tesis doctoral), Storia della
letteratura spagnola (1955), Historia de la literatura universal (1957-59, en
colaboración con Martín de Riquer), Breve historia de la literatura española
(1969), Azorín (1972), Antonio Machado (1975), Joyce (1978), Vida y muerte de
las ideas (1980) y Nietzche, de filósofo a anticristo (1992). Preparó, además,
ediciones críticas de Antonio Machado (Nuevas canciones, De un cancionero
apócrifo y Juan de Mairena) y de Azorín (Artículos olvidados y Los pueblos),
antologías generales de la poesía española e hispanoamericana y particulares de
Luis Felipe Vivanco, Miguel de Unamuno y Ernesto Cardenal. La problemática del
arte actual encontró eco en su libro Cartas a un cura escéptico en materia de
arte moderno (1959). Como historiador literario publicó, en colaboración con
Martín de Riquer, una Historia de la literatura universal en 10 volúmenes
(1984-86). Tradujo el Nuevo Testamento y a Hölderlin, Rilke, Thomas Merton,
Romano Guardini, el teólogo Urs von Balthasar, Dickens, Goethe, Shakespeare,
Melville, Joyce, Morgenstern y Eliot.
Alberto Methol Ferré fue una persona y un pensador de notable relieve. Tuve
la suerte de conocerlo en Lima, Perú, en 1992, durante el IV “Congreso Mundial
de Filosofía Cristiana”. Lo recuerdo por su simpatía, su humanidad, su
inteligencia vivaz y aguda: un verdadero intelectual latinoamericano, curioso
de todo lo que provenía de Europa. En 2006 Alver Metalli, periodista y narrador
de talento, había logrado, después de no pocos intentos, reunir en una larga
entrevista (La América Latina del siglo XXI, Edhasa 2006) la
reflexión de Methol Ferré sobre América Latina en el umbral de nuevo siglo. “357
horas de grabación, 820 páginas transcriptas, 126 encuentros, litros y litros
de café negro servido directamente de la cafetera humeante”. Un año completo de
trabajo en la casa uruguaya de Methol con vista al muelle de Montevideo, en una
amplia habitación llena de libros. El resultado fue un cuadro rico y
articulado, denso de conocimientos históricos del continente sudamericano,
junto con una mirada atenta al presente y a los escenarios futuros. Esta
espléndida entrevista aparece ahora, después de la muerte de Methol en 2009, en
una nueva versión, El Papa y el filósofo,
presentada por la Editorial Biblos en Argentina y en breve por la Editorial
Cantagalli en Italia. Ha sido enriquecida con una introducción de Guzmán
Carriquiry Lecour y una larga presentación de Alver Metalli que ilustra la
amistad entre Methol y el cardenal de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, y el
aprecio y la admiración que nutría Bergoglio por la figura y la reflexión
intelectual de Methol Ferré.
Il filosofo Massimo Borghesi
La imagen que resulta de esta larga entrevista a Methol es la de un
“realista utópico”. Su sueño a partir de “Nexo”, la revista que fundó en 1955,
es la unificación de América del Sur, la superación de las particularidades
nacionales en una federación – que gira alrededor del binomio Argentina-Brasil-
semejante a la norteamericana. Es el ideal de la generación de los Rodó,
Vasconcelos, Ugarte, Fombona, Pereira y Calderón. “Para sobrevivir, América
Latina debe hacer algo parecido a lo que hicieron los Estados Unidos de
América, pero a partir de sí misma, de su propia originalidad de círculo
cultural católico”. Hay que pasar de los “Estados desunidos del Sur” a los
“Estados Unidos del Sur”, un proceso ineludible que se ve confirmado por el
Mercosur, el Mercado común del sur, que Methol contrapone al Nafta, el Area de
libre comercio entre México y U.S.A. De esa integración la Iglesia solo puede
obtener ventajas: “potencia el poder, y por lo tanto potencia la misión de la
Iglesia de influir sobre el poder del mundo. No me refiero al poder abstracto,
sino a esa potestad que hace que los pueblos tengan horizontes vastos, que no
sean meras provincias”. En el realismo de esta afirmación hay algo de “romántico”.
Metalli recuerda que entre los autores de Methol se encuentra Friedrich
Schlegel, a quien debe el encuentro con la gran tradición cristiana y sus
palabras clave. En realidad Methol defiende la fe del pueblo sudamericano, y
para ello reivindica también la parte más auténtica de la teología de la
liberación. Tras la caída del ateísmo mesiánico, marxista, triunfa ahora –tal
como lo vio Augusto Del Noce- el ateísmo libertino, enemigo de todo lo que es
popular. El enemigo ha cambiado, ya no proviene del comunismo y ni siquera de
las sectas. “Las sectas cumplen un rol de redención de los estratos más
expuestos como víctimas de la sociedad de consumo. Son como una cura: se
expanden allí donde el ateísmo libertino genera mayor devastación o, desde otro
punto de vista, tiene más éxito”. Frente a todo esto, frente a un proceso de
secularización que acosa y disuelve la fe popular, Methol, que colaboró
largamente con el CELAM, traza con lucidez las etapas de la Iglesia
latinoamericana, desde Puebla hasta Santo Domingo. Un cuadro que se mueve entre
esperanzas –“los tiempos están maduros para una teología y una filosofía de la
historia cristiana, globalizante”- y pesimismo. “Nos encontramos en un momento
de cansancio, es innegable. La generación que hizo el Concilio, prácticamente
se ha extinguido. De Lubac, von Balthasar, Congar, Chenu, Danièlou, Rahner…
Fueron años de un esplendor intelectual entre los más elevados de la historia
de la Iglesia. No veo movimientos intelectuales que se puedan comparar, ni
siquiera como un eco”.
En América Latina la declinación de la teología de la liberación no fue
reemplazada por nada sólido. “En cierto sentido la ‘evaporación’ de la teología
de la liberación ha disminuido el empuje del conjunto de la Iglesia
latinoamericana para asumir la condición de los pobres con coraje. Creo que la
Iglesia está pagando el precio de haberse librado demasiado fácilmente de la
teología de la liberación, que hubiera debido hacer su mayor aporte después de
la caída del comunismo, no apagarse con el marxismo. Hoy es urgente suplir su
ausencia”. Una ausencia que no se refiere solo al pensamiento teológico, sino
que también concierne al laicado organizado: “a veces alguien sopla sobre las
cenizas y las brasas vuelven a crepitar. Pero hoy es así, solo quedan cenizas”.
Se perfila entonces una tensión que no es fácil de resolver, entre el
proyecto de unificación del continente “católico” y la realidad de una fe que
asiste a la propagación del modelo hedonista de masas. Una tensión que hoy
parece disolverse gracias al testimonio del primer papa latinoamericano, el
amigo Bergoglio, que elegido como pontífice tomó el nombre de Francisco. Methol
sabía que “la Iglesia es el único sujeto presente en el escenario del mundo
contemporáneo que puede hacer frente al ateísmo libertino”. La noción de
“experiencia”, como Luigi Giussani había captado con agudeza, es lo que falta
en el pensamiento católico contemporáneo, porque el atractivo del cristianismo
es más persuasivo que el mundano sólo si es “experiencia” de una positividad
que mueve al afecto y a la gratitud. Eso lo sabía Methol.
Convertido en 1949 gracias a la lectura de Gilbert G. Chesterton, confesaba
que “a través de él comprendí que la existencia es un don, como la salvación y
la fe; que se es cristiano por gratitud”. Como nota Metalli, esto es “algo
singular para una mente tan racionalizante”. Una mente que, en la densa
entrevista, nos ofrece una visión de primer orden del panorama político,
cultural y religioso de la América Latina de hoy.
[pic]
.
III. REALISMOS
Cuando buscamos la
verdad de hecho o la eficacia práctica exigimos realismo. Las razones son
obvias: la verdad de hecho (a diferencia de la verdad de
razón) consiste en la adecuación a la
realidad, debe ser realizable.
Realismo gnoseológico
y realismo metafísico:
– Realismo gnoseológico: el mundo existe de por sí, y los
hombres podemos conocerlo,
Aunque sólo sea en parte.
– Realismo metafísico: las ideas, o por lo menos, las ideas
generales, existen por sí mismas,
Independientemente de que se piensen
El realismo
gnoseológico se opone al subjetivismo, según el cual las cosas existen en
virtud de
Ser percibidas o concebidas por alguien.
Realismo Ingenuo,
crítico y científico:
Hay tres variedades de
realismo gnoseológico:
A) Realismo ingenuo:
el mundo es lo que aparenta ser (primitivos).
B) Realismo crítico:
puesto que algunas apariencias engañan, no podemos aceptar
Dogmáticamente los datos de los sentidos (escepticismo
metodológico)
C)Realismo científicos:
Es una variedad del realismo crítico; según el cual, la ciencia proporciona
El mejor conocimiento de la realidad, aun cuando sea
imperfecto (cientificismo). La experiencia y la
Razón se necesitan mutuamente. El realismo científico implica
un materialismo dinamista. Asume
Un compromiso ontológico: el universo se compone de cosas
concretas, cambiantes y sujetas ha
Leyes. La investigación fáctica presupone el realismo
científico:
– El investigador fáctico busca.
– El investigador fáctico da por sentado que el mundo existe
absolutamente, o sea,
Independientemente del sujeto cognoscente.
– Presupone que las cosas reales cambian y se ajustan a
leyes.
– No cuestiona las hipótesis de la realidad, legalidad y
cognoscibilidad del mundo exterior
IV. ANTIRREALISMO
La tesis realista vale
tanto en técnica como en ciencia fácticas. En cambio, es irrelevante a las
Ciencias formales.
La excusa del antirracismo
es la incapacidad del realismo ingenuo para dar cuenta de las
Deformaciones de la percepción y de las creaciones de la
razón.
El antirracismo capta
algunos aspectos del proceso cognoscitivo pero se le escapa lo esencial,
Que nuestro conocimiento del mundo exterior es perfectible y,
en todo caso, lo es de la realidad.
VII. LA CAUSALIDAD HOY
La realidad sería
incomprensible si los sucesos no tuviesen efectos, y si por lo menos algunos de
Ellos no tuviesen causas.
Los problemas causales
son de dos tipos:
A) El problema
ontológico de la causalidad: que consiste en investigar qué es la relación
causal
(Objetos, características, leyes...).
B) El problema
metodológico: cómo se reconocen las relaciones causales.
El último cuarto del
siglo XX vio un vigoroso resurgimiento de estudios filosóficos de la
Causación
VIII.EL A ZAR HOY
El azar es compatible
desde que se constituyó el cálculo de probabilidades hacia mediados del
Siglo XVIII.
Las dudas acerca de la
objetividad del azar han continuado y se reflejan en las discusiones
contemporáneas acerca de la interpretación del concepto mismo de posibilidad.
Hasta hace un siglo,
la filosofía de la probabilidad estuvo dominada por el subjetivismo: la
Probabilidad se considera como una medida de la certidumbre o
incertidumbre de nuestras
Creencias.
Más tarde, según la
interpretación frecuentista, las probabilidades eran frecuencias relativas, a
La larga, de sucesos observados.
Al igual que la
interpretación subjetivista, la frecuentista consideraba a la probabilidad como
un
Rasgo de la experiencia humana más que como medida de algo
objetivo.
Según la
interpretación propensita o tendencial, las probabilidades son medidas de la
intensidad
De una propensión, tendencia o inclinación que tienen ciertos
estados o sucesos a presentarse
(Interpretación objetivista).
Esta interpretación
supone que ciertos sucesos son realmente posibles: que el azar es real.
Dicha interpretación
es compatible con una gnoseología realista y una ontología posibilista.
MI PUNTO DE VISTA:
El realismo es el
nombre que se da a una posición adoptada en la teoría del conocimiento o en la
metafísica. En ambos casos, el realismo no se opone al nominalismo, sino al idealismo".
El realismo a su vez concede un lugar a la duda en la vida intelectual, pero
considera la vida universal como la muerte de la inteligencia.
REPRESENTANTES
1. Aristóteles
a. Vida. Nació
en el 384 a.C. en Estagira (hoy Stauros), fue hijo de Nicómaco, médico de
Amintas III, rey de Macedonia. Siendo Aristóteles muy niño murieron sus padres,
estudió en la academia de Platón durante veinte años, más tarde contrajo
matrimonio Pythias con la cual tuvo una hija, la cual recibió el mismo nombre
de su madre.
En el 343
Filipo de Macedonia le hizo la invitación para que se encargara de la educación
de su hijo Alejandro. Aproximadamente en el 334 regresó a Atenas donde fundó su
escuela. Finalmente murió en la isla de Eubea en el 322.
b. Obras. Al
parecer Aristóteles escribió dos tipos de libros: los llamados Esotérico, de
gran valor literario y otros Filosóficos o Acrománticos, dirigidos sólo a los núcleos del Liceo. Los
diálogos se han perdido todos. El Organón de Aristóteles es un compendio de
varios tratados. Sus obras principales son:
"Ética a
Nicómaco", "Ética a Eudemo", "Gran Ética".
c.
Pensamiento. Según Aristóteles existen dos rasgos que caracterizan la ciencia:
"es ella un conocimiento fundado, puesto que aquello de lo que se tiene,
ciencia estricta, no puede ser de otra manera de cómo se conoce".
El realismo
aristotélico, es un realismo natural. El conocimiento para este sistema se
puede entender como una reproducción de la realidad. Para Aristóteles la
inteligencia del hombre está dotada de una capacidad grande de llegar hasta las
cosas y obtener de ella los contenidos del conocimiento.
"Aristóteles
explica la percepción mediante que del objeto percibido y a través de un
‘medium’, llega al órgano, y en la que se recibe la ‘forma sensible del objeto
sin materia’. Por eso es necesario que lo percibido exista realmente".
Aristóteles
plantea la cuestión del saber que es precisamente lo que él llamó Filosofía
Primera, y dice que todos tienden por naturaleza a saber. También para
Aristóteles todo conocimiento arranca de una percepción sensible. El alma no
puede pensar sin representaciones sensibles, y según él, si falta un sentido,
también faltan los correspondientes conocimientos. Por ejemplo, un ciego de
nacimiento no tiene conocimiento de los colores. Es así como Aristóteles
demuestra que todo conocimiento tiene su origen en lo sentidos.
Pero a su vez
"establece una estrecha relación entre el conocimiento sensible y el
intelectivo. En el conocimiento las facultades tienen sus límites, porque mientras
las facultades sensibles están sometidas a lo singular, la facultad intelectiva
puede llegar hasta la naturaleza de las cosas".
2. San Anselmo
de Canterbury
a. Vida. Nació
en 1033, es oriundo de Aosta, Norte de Italia; fue abad del monasterio de Bec
en la Normandía y luego Arzobispo de Canterbury. Con él comienza la primera
escolástica. No se limitó durante su vida a estar sólo en su país de origen,
sino que vivió sobretodo en Francia e Inglaterra. Murió en 1109.
b. Obras. Sus
obras son bastante numerosas, muchas de un interés predominantemente teológico,
numerosas cartas llenas de sustancia doctrinal. Los que más importan para la
filosofía, son estas:
"El
Monologium", "Meditaciones sobre fe y razón",
"Praslogium", que lleva como primer título la frase que resume el
sentido de su filosofía entera.
c.
Pensamiento. Para San Anselmo "el conocimiento que adquirimos de las cosas
supone la cooperación de los sentidos y de la inteligencia, pero San Anselmo no
precisa el modo de esta cooperación y se contenta con tomar sin profundizar en
ellas, algunas expresiones agustinianas sobre la iluminación del alma por
Dios".
San Anselmo
hace del realismo una condición necesaria para la sana doctrina teológica, pues
si no se comprende el hecho de que varios hombres reunidos pueden formar un
solo hombre, menos se comprenderá cómo un solo Dios puede consistir en tres
personas distintas.
No dice
también, que "si las ideas son cosas, cada grado de perfección es un grado
de realidad, y la idea del ser más perfecto que se puede concebir nos introduce
sin tropiezo en un determinado orden de realidad. El paso de la idea al ser
tenía que tentar al pensamiento de San Anselmo, porque para él las ideas son ya
seres".
Él incurre en
un realismo exagerado, atribuyendo a los universales un cierto modo de realidad
extramental. La verdad de un conocimiento consiste en su "rectitud",
es decir, en que es como debe ser la captación correcta de su objeto. Al igual
que el conocimiento aprehende el objeto, este objeto conocido tiene su verdad.
3. Pedro
Abelardo
a. Vida. Nació
en Pallet, cerca de Nantes en Bretaña en el 1079. Estudió dialéctica en Santa
María de Lonches y más tarde en París con Guillermo de Champeaux, por ser
demasiado altanero se enfrentó con su maestro. Ingresó a la escuela de Anselmo
para estudiar allí teología. Contrajo matrimonio en secreto con Eloísa. Murió
en 1142 a los 63 años.
b. Obras. Las
obras de Pedro Abelardo se dividen en filosóficas y teológicas. Entre las
filosóficas tenemos: "Lógica", "Ingredientibus",
"Glosas a Porfirio". Las teológicas son: "Theología Summi
Boni", "De Unitate et Trinitate Divina", "Theologia
Christiana".
c.
Pensamiento. El significado filosófico de Abelardo está, sobretodo en su
oposición frente al tan debatido problema de los universales, tema clásico el
tiempo.
Para
determinar el contenido de los universales en el pensamiento debemos partir de
nuestros órganos sensoriales y de los objetos que percibimos. Ejemplo: a
nosotros se nos forma una imagen de cada objeto, y esta imagen existe desde
entonces independientemente del objeto; si la torre en cuestión se destruye,
todavía podemos imaginarla.
"Pedro
Abelardo establece relaciones precisas entre la filosofía y la religión. No se
pueden demostrar y conocer experimentalmente los misterios, sólo se pueden
entender o creer según analogías o semejanzas. Según él, el intelecto aprehende
las semejanzas de los individuos mediante la abstracción, el resultado de esta
abstracción fundada siempre en la imaginación, porque el conocimiento empieza
por lo individual y lo sensible".
Al igual que
Descartes, Pedro Abelardo, proclama la necesidad de una crítica previa de
nuestros conocimientos, aplicando la duda para llegar más seguramente a la
verdad. Contra los realista exagerados, niega que los universales sean cosas ni
que existan fuera de las cosas individuales, sólo existen los individuos.
El
entendimiento no se engaña cuando se piensa separadamente la forma o la
materia, pero sí se engaña si se pensara que tanto la materia como la forma
existen por separado. Finalmente nos dice Pedro Abelardo que "el verdadero
conocimiento de las cosas es el que nos proporcionan los sentidos y la
imaginación, mientras que la inteligencia solamente nos llevaría a la
opinión".
4. Santo Tomás
de Aquino
a. Vida. Nació
a fines de 1224 en Roccasecca, de noble familia napolitana. A los cinco años es
llevado al monasterio de Monte Cassino. Es iniciado en la filosofía griega por
su maestro Pedro de Hibernia. Desde 1239 a 1243 estudia en la Universidad de
Nápoles. En 1244 toma el hábito de Santo Domingo. Al año siguiente va a París,
donde conoce a Alberto Magno, y estudia con él en esa ciudad y después en
Colonia.
Es convocado
por Gregorio X para asistir al Segundo Concilio de Lyon, pero su salud no pudo
soportar la abrumadora labor intelectual a que se sometía: cayó enfermo en el
camino y murió en Fossanova el 7 de marzo de 1274.
b. Obras. Su
obra más importante es la "Summa Teologica". También se destacan
dentro de sus obras "Comentarios a Aristóteles", "A la
metafísica", "A la física", "A la ética", "A
Nicómaco", "A la política". Además hace parte de sus obras, los
opúsculos, tratados breves de filosofía y teología como son: "De
Veritate", "De Potentia", "De anima", y por último
tratados teológicos: "Summa Contra Gentiles".
c.
Pensamiento. Sin duda alguna "el influjo de Aristóteles en Santo Tomás lo
apreciamos al punto de una nueva valoración del saber natural frente al
conocimiento de la fe". Santo Tomás sigue a Aristóteles en la cuestión del
origen de nuestro conocimiento y apoyado en él dice que es natural al hombre
llegar a lo suprasensible a través de lo sensible. "Se rechaza expresamente
la idea de que Dios es lo primero conocido, tal como supone la teoría del
conocimiento en las razones eternas". Pues lo primero que en la vida
conocemos es la esencia de las cosas materiales que conforman el objeto propio
de nuestro entendimiento.
También nos
dice que "el alma humana está situado en el último grado de los seres
inteligentes; es la más alejada de todas las perfecciones del entendimiento
divino". A cada forma de ser corresponde una manera propia de conocer. El
entendimiento que poseemos todos, es aquel por el cual más nos aproximamos a
los ángeles.
Santo Tomás ha
tomado en consideración el hecho de que el conocer humano sólo es posible
mediante un volverse del entendimiento hacia los datos de la fantasía emanados
del conocimiento sensible.
Así pues,
afirma Santo Tomas: "El Origen de nuestro conocimiento se halla en los
sentidos; explicar el conocimiento humano es definir la colaboración que se
establece entre las cosas materiales, los sentidos, y el entendimiento".
CLASES DE REALISMO
1. Realismo
Inmediato. Toda tentativa para superar la oposición entre el realismo y el
idealismo, está condenada al fracaso. Nos queda el interrogante de si no
podríamos llegar al realismo partiendo del idealismo. Toda la cuestión consiste
en sabe si podemos encontrar el ser partiendo del pensamiento, no hay duda de
que es posible, pero hallaremos el ser ideal del idealismo, no el ser real del
realismo. De hecho, podemos afirmar que el realismo no se demuestra y tampoco
necesita demostrarse.
"El Gilson
sostiene que la noción de realismo crítico es tan contradictoria como la
círculo cuadrado. Pues una crítica del conocimiento, dice, tiene como fin
fundamentar a priori el conocimiento limitándolo a los fenómenos".
El realismo crítico "pretende superar el
realismo ingenuo y el natural. Concibe la diferencia ente re los dos miembros,
sujeto – objeto. Cada uno de ellos tiene su función propia". Los realistas
críticos trataron de responder diciendo que los datos inmediatos de la
percepción apuntan a objetos físicos fuera de sí mismo.
El realismo
crítico piensa que incluso después de la investigación de Kant sobre la
participación que la facultad cognoscitiva del hombre tiene en la imagen de la
realidad objetiva, se puede mantener la posición fundamental del realismo.
Podemos ver,
pues, entre el realismo y el idealismo una verdadera contradicción, y es
necesario elegir uno de los dos términos y excluir el otro.
La intención
declara Bergson "es no dar la razón ni al realismo, ni al idealismo".
ACTUALIDAD DEL
PENSAMIENTO
El realismo es
una de las disciplinas filosóficas que más conservan su esencia en cuanto al
planteamiento del conocimiento, es una de las que menos se ha vulgarizado y
continúa perteneciendo al plano intelectual. Para saberse realista ahí la
necesidad de indagar, cuestionar e investigar el sistema filosófico como tal,
difícilmente se llega a ser realista por accidente. Sabiendo que el realismo
despoja de toda interpretación u opinión, podría afirmarse que el hombre de hoy
está lejos de serlo, porque especula más que nunca, se apersona de
planteamientos y da con carácter de mucha certeza visiones que pueden responder
solamente a impresiones.
Del realismo
se desprende la subjetividad concebida, como la manera neutral de mostrar la
verdad, y que para muchos otros sistemas filosóficos no responde más que as una
utopía, porque con el avance de los medios de comunicación la hominización del
mundo, de la ciencia y de la sociedad la vida aparece cada vez más fragmentada,
las cosas que ayer eran reales para el hombre, hoy aparecen viables de otra
manera en otra cultura distinta.
El realismo ha
podido ser columna del conocimiento en tanto que sin permitir la interpretación
sostiene principios y postulados que habiendo sido suficientemente argumentados
sostienen. La ventaja está en que el conocimiento no depende del ir y venir del
tiempo y de la psicología humana, sino que se ancla en verdades universales, la
desventaja se encuentra en que al parecer ortodoxa no permite un proceso ágil
de conocimiento.
La pérdida del
realismo ha hecho que el conocimiento sea condicionado por la cultura y el
folklore y se pase al relativismo. Filosóficamente el realismo también
fundamentado hipotéticamente convence mucho a la actualidad, pero en el sentido
práctico ha perdido fuerza y ha pasado a ser un ideal de conocimiento.
Hoy el hombre
se inclina más por visiones que le permitan mayor apertura, menos academicismo
y más pragmatismo